viernes, junio 24, 2005

El Chicozapote.

Este mensaje me gusto mucho, gracias Roberto Marcelo, lo copie de la lista de Ambiental-Mexico; y es una reflexion y homenaje a nuestros arboles; copio y pego
________________Inicio de mensaje_____________

Siempre ha estado ahí. La esquina de Sonora y 18 de Octubre, donde doblo para bajar a Justo Sierra para ir a la oficina, siempre ha sido para mí la esquina del chicozapote.

En ciertas épocas del año, por la noche cuando acaba de oscurecer, los murciélagos –que según me dijo alguien de la red son Molossus molossus- hacen acrobacias debajo de sus ramas para comer la fruta. Ellos viven ahí cerquita, en la capilla del panteón –como de cuento de terror- que esta a unos metros. Es su casa de temporada, cuando vienen de quien sabe donde.

Y si, siempre ese tramo de la calle ha tenido para mi un toque misterioso, pero no de miedo. Solo de ser un lugar mágico. Quizás porque ahí esta el panteón de la Santa Clara, con su capillita donde antes, según me contó mi papá, se hacia una escala para los difuntos que iban a ser sepultados.

Por eso el corazón me dio un brinco cuando vi a los albañiles levantando paredes alrededor del chicozapote. Pero algo me tranquilizó. Nadie construye antes de tirar un árbol. Más bien se tiran los árboles antes de construir. Y este no era el caso.

Y si, en un extraño, extrañísimo gesto de amor, porque no puede ser otra cosa sino amor a la naturaleza, el dueño permitió que una sucursal de una cadena de pollos asados se instalara en la esquina, al parecer con la condición de no tirar el chicozapote. Y hoy, si vienen a Mina, pueden ir a comer un pollo asado en el único restauran que tiene un árbol de chicozapote en el medio. De hecho, cuando uno entra, es lo primero que se topa, el enorme y añejo tronco del chicozapote.

No le he dicho nada al dueño. Lo que voy a hacer es darle una copia de esta carta. Le contaré que muchas personas, amantes de los árboles y de la vida saben de su gesto.

Los murciélagos también lo saben. Si que lo saben. Y la lechuza debe de saberlo ya. Ella no come chicozapotes pero si come murciélagos. También le mandaré una copia a Fabiola para que lo sepa. Ella llamaba a la lechuza en las noches cuando un mal sueño la espantaba.

-¡Lechuzaaaaaaaa!- Gritaba en la ventana.

-¡Lechuzaaaaaaaaa!-

Yo le conté que la lechuza se lleva las pesadillas (eso me lo enseño Cri-Cri). -Lo que deberías hacer es enseñarle a rezar- me dijo mi madre.

Vaya. Ahora me doy cuenta. Al conservar el chicozapote, se conservó a la lechuza. Porque si lo hubiera tirado, no habría fruta, no habría murciélagos y no habría quien se llevara las pesadillas que le quitaban el sueño a Fabiola. Olvidaba decirles, Fabiola es mi hija.

Si me hubieran encargado la Manifestación de Impacto Ambiental del asadero de pollos, en el supuesto que se hiciera, el proyecto solo seria viable conservando el chicozapote. Bueno, al menos para mí.

En Mina hay muchos árboles. A muchos los conozco casi personalmente. Algunos son tan hermosos que no puedo creer que algún día alguien los tire. Pero no se debe uno confiar. El mundo tiene cada tipo.

Haciendo un recuento. Esta el pochote de la esquina de Calandria. Calandria era un músico. Una especie de trovador trashumante que un día se estableció y puso una escuela de música donde lo primero que los alumnos debían aprender era a vencer el miedo a entrar a la escuela que tenia o tiene un letrero que decia algo así como Escuela de Musica escrito con una caligrafia que acusaba una gran falta de disciplina.

También está el cedro de la Artículo 123 (es una escuela). Otro pochote que también le da de comer a los murciélagos (las flores son muy atractivas para ellos) en la escuela Hijas de Lerdo.

Hubo un cedro que fue derribado. Estaba en la bajada del mango. El día que lo cortaron, siendo yo maestro de una secundaria de por ahí, me llamó tanto la atención la madera de color rosada y olorosa que compré uno de los tablones. Ya no recuerdo cuanto me costó. Lo conservó tal como lo compré. Eso fue hace 15 años. He pensado que se quede así como está como un homenaje al majestuoso árbol que fue. Es tan grande que se requiere de dos hombres para moverlo. Rebanado en tablas no se podría apreciar la grandeza del árbol.

Solo he tomado conciencia de los árboles en los años recientes, conforme han ido desapareciendo. Para mí, la imagen del mundo es a través del follaje de los árboles. Por eso me vine de Monterrey. No pude con la nostalgia de la vegetación de acá. Y es que haber crecido en un lugar donde hay tantos árboles, te provoca una inconciencia de su existencia. Hasta que no están, entonces sabes que son parte de ti y sin ellos no estas bien.

Por eso me hace tan feliz ver el árbol de David. Antes no estaba ahí y ahora si está ahí. Es como si hubiera logrado echar para atrás una tendencia mundial de deforestación. Es mi pequeña trinchera desde donde me sumo a una lucha contra algo con lo que no estoy de acuerdo. Es un regalo para mis semejantes y un intento de servir para algo.

Y los invito, siembren un árbol, es increíble todas las repercusiones buenas que tiene el hecho. Y si siembran un árbol, estarán dándole alimento a los murciélagos, a las lechuzas y estarán espantando las pesadillas de muchos niños que no pueden dormir.

Bueno, luego les cuento un poco mas de los árboles de Mina.

Biol. Roberto Marcelo Valencia.

________________Fin de mensaje_____________

Nosotros como ingenieros, creo que dificilmente podriamos realizar una descripcion como la que hiciste, felicidades....

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